Paula Mena Martínez,

experta en análisis documental


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Los informes grafológicos en Sala 


Los casos más frecuentes con los que nos encontramos los peritos calígrafos son las falsificaciones de textos y de firmas manuscritas. 

Si creéis que habéis sido víctimas de una falsificación, podéis pedir una pericial caligráfica que sirva como prueba dentro de un proceso judicial. Pero ¿acudiríais a un calígrafo aun sabiendo que habéis firmado un documento? 

Hay procesos en los que lo importante no es tanto quién es el autor sino en las condiciones en las que este ha escrito. Y aquí entra en juego la parte de la Grafología que más nos ayuda a los peritos, ya que sin ella, nos encontraríamos con casos injustamente concluidos. 

Antes de nada, aclaro que para que un grafólogo pueda elevar sus informes psicografológicos ante un juez, necesita también haberse formado como perito calígrafo. Igual que para poder ser perito calígrafo se requiere formación en Grafología. 

Hoy me gustaría plantearos un ejemplo de cómo puede intervenir la Grafología en un proceso judicial:
Imaginaos que un trabajador es acusado de haber cometido un delito durante su jornada laboral. La empresa le obliga a firmar un documento en el que reconoce los hechos. El trabajador, que no quiere perder su empleo, firma sin estar de acuerdo.

Si este trabajador o su abogado piden una pericial caligráfica, la conclusión del profesional será que la muestra dubitada y las indubitadas pertenecen a la misma persona. ¿Acabaría aquí nuestro trabajo? ¿Puede sufrir cambios nuestra escritura si nos sentimos intimidados? ¿Qué se puede hacer?

En casos de coacción o chantaje o en grafopatologías como las demencias tipo Alzheimer se realiza primero una pericial caligráfica —para relacionar o no al autor con el escrito— y después un informe psicografológico que explique las circunstancias en las que se encontraba la persona a la hora de escribir. ¿Escribió obligada? ¿Se encontraba bajo los efectos de algún medicamento o sustancia? ¿Era consciente de lo que estaba firmando?

En el informe grafológico se identificarán rasgos gráficos relacionados con el estado físico y mental del escribiente que, además, no se encontrarán en el resto de muestra gráfica.

Como veis, la Pericia Caligráfica se complementa con la Grafología cuando nos encontramos diferencias significativas entre muestras de un mismo autor y necesitamos saber qué ocurrió en el momento escritural de la escritura objeto de estudio. 


Paula Mena Martínez

Por Paula Mena 14 de abril de 2023
Dos de las aplicaciones de la Grafología son la Reeducación de la escritura y la Grafoterapia. Muchas veces se tratan como técnicas sinónimas y, aunque en una sesión de reeducación de la escritura pueden trabajarse ambas de forma conjunta, no son lo mismo.
Por Paula Mena Martínez 15 de diciembre de 2022
¿Cuántos años han pasado desde que se firmó el testamento? ¿Se han utilizado diferentes útiles al escribir la cifra en esta factura…? Son preguntas que pueden parecer el día a día de los expertos en análisis documental, pero la verdad es que los análisis de tintas son complejos y no siempre permiten llegar a la respuesta. O, por lo menos, no a una respuesta del todo fiable. Antiguamente, las tintas eran prácticamente todas ferrosas por lo que, pasado cierto tiempo, se oxidaban. Esta característica en su composición permitía averiguar de manera más o menos sencilla si algún trazo había sido añadido con posterioridad. Hoy en día la mayoría de las tintas son de base orgánica y no evolucionan . Al no oxidarse con el paso de los años, no es posible la datación de las tintas. Al menos no con las herramientas de las que disponemos hoy en día. Lo que sí puede saberse es si un documento ha sido modificado mediante supresión (por lavados o barrados), adiciones o añadiduras (como enmiendas) u otras alteraciones del propio soporte. En la mayoría de estos casos se trabaja con diferentes longitudes de onda lumínica, especialmente con luz ultravioleta y con luz infrarroja. Esta última es la que mejores resultados ofrece para la discriminación de tintas: Cada compuesto tiene unas propiedades que absorben y/o reflejan la luz de manera diferente y única. Así, si hay dos tintas con dos composiciones, habrá dos reacciones diferentes a la luz infrarroja : se podrán observar unos trazos más opacos que otros.
Por Paula Mena Martínez 6 de diciembre de 2022
De la misma manera que la Grafología Aplicada estudia los rasgos gráficos de los adultos, la Grafología Infantil analiza la escritura de los niños y de los adolescentes. Los grafólogos especializados en la escritura manuscrita de los más pequeños nos centramos en la evolución del trazo, prestando especial atención en las posibles dificultades y alteraciones que pueden surgir durante el proceso de adquisición. A partir de los dos años y medio o tres años los niños comienzan a realizar sus primeros trazos, garabatos, de manera aleatoria y sin ningún control motriz. Así, nos encontramos una preescritura de dimensiones muy grandes y con cambios bruscos en presión, velocidad y dirección. Además, cabe destacar que la mayoría de alteraciones durante los primeros seis años se tomarán como parte de la evolución y la adquisición de la habilidad escritora. ¿Qué ocurre a los seis años, aproximadamente? Que el desarrollo de nuestra motricidad fina llega a su punto más álgido. Esto provoca todo un cambio en la escritura, que se traduce en control psicomotriz : la dimensión de las letras disminuye considerablemente, la presión se estabiliza y las formas se asemejan cada vez más al modelo escritural . A partir de ese momento y hasta los veintidós años aproximadamente, todos mejoramos trazos, probamos diferentes formas, las cambiamos, las desechamos… moldeamos la escritura de la misma manera que vamos adquiriendo nuestra propia personalidad. Ese es el motivo por lo que no se recomienda realizar análisis grafológicos de personalidad a menores de veintidós años: su escritura todavía puede experimentar cambios hasta llegar a la fijeza de los gestos gráficos. Realizar sesiones de reeducación gráfica para mejorar o solucionar las alteraciones durante los años de adquisición escritural evitará un reacondicionamiento más costoso a nivel cognitivo y motriz en etapas adultas.
Por Paula Mena Martínez 16 de noviembre de 2022
La mayoría de informes que realizamos los peritos calígrafos tienen como finalidad determinar la autenticidad o falsedad de uno o varios manuscritos y, aunque siempre debemos ceñirnos al objeto de la pericial, algunas veces es posible llegar a averiguar de qué manera se ha realizado una falsificación. Llegar a saber cómo se ha conseguido imitar un manuscrito , normalmente una firma (imitar un texto es más complicado dada a su extensión), no siempre es fácil: algunos tipos de imitaciones presentan en el papel diferencias sutiles que los profesionales debemos saber interpretar. Hoy os quiero hablar de las diferencias entre una imitación libre y una autofalsificación. A simple vista pueden llegar a confundirse, pero presentan importantes diferencias a la hora de ejecutarse: En ambos casos, los peritos nos encontramos con firmas que poco o nada tienen que ver con la original (indubitada).Este detalle ya es bastante revelador, ya que lo esperable es que el falsificador intente aproximarse a la morfología del modelo de firma que pretende imitar, ¿no? Es lo esperable, pero no siempre ocurre así. En las imitaciones libres el falsificador no presta atención a la firma original: porque no ha tenido acceso a ella o porque cree que la persona agraviada nunca se enterará. Además, una de las particularidades de las imitaciones libres es justo una diferencia crucial con las autofalsificaciones: la espontaneidad . En una autofalsificación el autor intenta alejarse todo lo posible de su propia firma inventándose trazos con el fin de negar su identidad. Inventar equivale a dudar: duda la mente, tiembla la mano . Pero eso no es todo. Además, en las autofalsificaciones se da un fenómeno muy curioso, y es que se mezclan los trazos dubitativos (mientras intenta disfrazar su escritura), con automatismos procedentes de la idiosincrasia de su propia firma: su subconsciente en funcionamiento.
Por Paula Mena Martínez 2 de noviembre de 2022
La Documentoscopia es una disciplina que se encarga del análisis de los soportes en los que se encuentran los textos (ya sean manuscritos, mecanografiados o impresos), especialmente de aquellos soportes fabricados con papeles y medidas de seguridad anticopia y antifraude. Pero esta rama de la Criminalística también evalúa y coteja productos protegidos por la L ey de Marcas y la Ley de Propiedad Intelectual para averiguar si son imitados o falsificados. Guardando relación con la Grafología, a veces se necesita averiguar si se ha imitado la tipografía del logo de una marca, o incluso si puede llevar a error al consumidor. En este sentido, famoso fue el caso que enfrentó en los tribunales a Cola Cao y Cibel Cao. Este último no solo presentaba una tipografía en su logo muy parecida a la de Cola Cao, sino que los envases tenían los mismos colores: tapa roja y bote amarillo. En cuanto a la tipografía utilizada en los nombres de las marcas, se observa que no se utiliza una tipografía estándar, sino que hay originalidad en la creación. El tamaño de las letras es igual de grande en ambos casos y, además, presentan la misma inclinación de letras y misma dirección de línea. Para que un producto esté amparado por las leyes citadas anteriormente, las marcas registran no solo sus nombres comerciales, también sus diseños, sus fines (Clasificación de Niza), los colores utilizados en cada elemento y/o la tipografía de sus letras. Cuanto más protegida esté una marca o en más clasificaciones esté registrada, más difícil será que sean víctimas de imitaciones y demostrar con una pericial de forma clara que se están vulnerando derechos. En estos casos, cuando los peritos expertos en Documentoscopia y Propiedad Industrial e Intelectual necesitamos información sobre los productos a analizar, cotejamos datos con la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) y con los propios productos indubitados proporcionados por los Juzgados y Tribunales.
Por Paula Mena Martínez 17 de octubre de 2022
El fin último del aprendizaje de la escritura manuscrita es poder seguir un modelo caligráfico con destreza y agilidad . El modelo caligráfico que predomina en España es el cursivo: letras ligadas o unidas de forma cada vez más personal. Se considera que las letras cursivas son complejas debido a la cantidad de enlaces y combinaciones de elementos curvos y angulosos, progresivos y regresivos y otros elementos accesorios como los travesaños. La escritura cursiva cumple con los dos requisitos fundamentales para que exista una comunicación escrita eficaz: legibilidad y rapidez. Escribir con agilidad y con el menor gasto energético posible depende de diferentes factores: intervienen las capacidades cognitivas, el nivel de alfabetización, la cultura y la fuerza psicomotriz, entre otros. Durante el desarrollo de la habilidad escritora, y siempre que no aparezcan alteraciones que dificulten la evolución, el niño pasa por tres etapas: precaligráfica, caligráfica y postcaligráfica. Sin embargo, no será hasta aproximadamente los veintidós años cuando podamos hablar de la fijeza del gesto gráfico. Los primeros trazos de un niño, alrededor de los dos años y medio o tres, dependen del contexto familiar, escolar y cultural en el que este se encuentre. Pero no es hasta la comprensión del alfabeto y la inscripción de las primeras palabras sobre el papel comienza a darse entre los cuatro años y medio y cinco años. En los colegios anglosajones se enseñaba el modelo caligráfico script, una escritura con una morfología simplificada desligada. Hace unos años, en España se comenzó a utilizar el modelo script porque parece lógico pensar que un niño presentará menos dificultades al seguir una escritura simplificada y, una vez adquirida, pasar a la cursiva. Sin embargo, actualmente conviven muchos modelos caligráficos dependiendo de Comunidades o incluso colegios. Lo mejor para iniciar a los niños en la escritura es a partir de la letra mayúscula, puesto que necesitan menor destreza gráfica para realizar movimientos más grandes Alrededor de los cinco años y medio, se podría comenzar a enseñar el modelo cursivo, que irá reduciendo su tamaño según el niño vaya perfeccionando su motricidad fina y, como consecuencia, su grafomotricidad .
Por Paula Mena Martínez 20 de marzo de 2022
Existen firmas compuestas sólo por el nombre, por el nombre y los apellidos, firmas con rúbrica, artísticas, encriptadas… y todas tienen algo en común: la función de identificar a su autor y vincularlo al documento en el que esta aparece. Hoy en día muchos de esos documentos se imprimen, se escanean, se mandan por correo electrónico… y se siguen firmando. Lo único que varía son el soporte y el útil: el papel se sustituye por una tableta y el esferógrafo por un lápiz digital. La solución que había hasta hace poco para plasmar la firma manuscrita en un documento presente en un soporte digital era escanearla y pegarla en el documento. Y aunque todos hemos hecho esto alguna vez, somos conscientes de que no es la manera más segura de utilizar nuestra firma. Así, con la posibilidad de firmar mediante herramientas electrónicas con las mismas garantías técnicas y jurídicas que posee la manuscrita, la firma biométrica va abriéndose camino actualmente. La biometría permite el reconocimiento de seres vivos basándose en rasgos conductuales y físicos inherentes a ellos como, por ejemplo, el reconocimiento facial o la huella dactilar. Por lo tanto, una firma biométrica es aquella que aporta datos intrínsecos vinculados a los movimientos gráficos del escribiente, tales como la velocidad, la presión o la dirección. Sí, la información biométrica que se obtiene de una tableta –—recogida por el software que ha creado el documento y encriptado los datos–— es la misma que la que recopilamos de un documento escrito con un bolígrafo. Y sí, aunque en diferente soporte, los peritos calígrafos seguimos siendo capaces de analizar y comparar dichos documentos. Sin embargo, debemos tener en cuenta lo siguiente: cuando los peritos dirigimos una recogida de muestra de escritura, intentamos que la persona escriba en unas condiciones lo más parecidas posibles a las que se dieron a la hora de realizar la muestra dubitada (de dudosa autoría). Por ello, cuando la muestra objeto de estudio esté realizada con herramientas electrónicas, será necesario que las indubitadas se recojan también con ellas.
Por Paula Mena Martínez 16 de diciembre de 2021
Hoy quiero dejar aquí mi pequeño reconocimiento a la mujer que introdujo la Grafología y la Pericia Caligráfica en nuestro país: Matilde Ras. Los que os hayáis interesado en algún momento por esta técnica conoceréis parte de su obra, pero se ha difuminado (que no borrado) su trabajo. Así que, para los que no habéis oído hablar de ella, permitidme que os la presente: Matilde Ras nació en 1881 y desde muy joven estuvo vinculada al estudio de las letras. Comenzó a escribir historias como un hobby, pero no tardó en hacer de ello su profesión: publicó su primera novela en 1913, y su dominio de la lengua francesa le llevó a traducir versos de Verlaine y Baudelaire o los cuentos de Perrault, de los hermanos Grim. Su otra gran pasión, el análisis de la forma de las letras, le llegó sin buscarlo, por causalidad: en una librería encontró Méthode Pratique de Graphologie , de Jean-Hippolyte Michon. A partir de ese momento, Matilde comenzó a formarse en Grafología y en 1917 publicó su primera obra sobre esta técnica: Grafología. Estudio del carácter por la escritura . En 1923 consiguió una beca para estudiar en la Société de Graphologie de París, donde tuvo como maestro a Crépieux-Jamin, considerado el padre de la Grafología. Años más tarde, tradujo al español una de sus obras más conocidas: L’écriture et le caractère . En París fue también donde Ras comenzó a cotejar los documentos manuscritos con fines judiciales de la mano de Solange Pellat (autor de cabecera hoy en día de muchos peritos calígrafos por sus Leyes naturales de la escritura ). En 1925, ya con su diploma de la Société Technique des Experts en Écritures, regresó a España con el propósito de que también aquí se (re)conociera el trabajo de los expertos en el análisis de manuscritos. No se lo pusieron fácil: era una mujer inteligente, que se había formado con los mejores en una disciplina aún poco conocida (ese desconocimiento llega incluso a nuestros días) y en la que la mayoría de sus compañeros eran hombres. A pesar de sus duros comienzos, consiguió hacerse un hueco entre los mejores, y durante el resto de su vida divulgó la Grafología en publicaciones españolas como ABC, El Heraldo de Madrid o Blanco y Negro. También escribió para revistas de Portugal, Sudamérica y Francia. Matilde falleció en Madrid en 1969. Ojalá hubiera visto que, años después, muchos grafólogos/as y peritos/as la estudiamos, consultamos sus textos y, en definitiva, le damos el sitio que le corresponde. Dejo aquí los títulos de sus publicaciones sobre Grafología: Grafología. Estudio del carácter por la escritura, ed. Estudio (1917). Grafología. Las grandes revelaciones de la escritura, ed. Labor (1929). La inteligencia y la cultura en el grafismo, ed. Labor (1945). El retrato grafológico, ed. Plus Ultra (1949). Historia de la escritura y Grafología, ed. Plus Ultra (1951). Los artistas escriben, ed. Alhambra (1954). Lo que sabemos de Grafopatología, ed. Gregorio del Toro (1963). Imagen Matilde Ras: hoyesarte.com
Por Paula Mena Martínez 19 de julio de 2021
No hay duda de que la tecnología nos hace la vida más fácil y ya no seríamos capaces de vivir sin ella pero, algunos avances tecnológicos, mal utilizados, pueden tener el efecto contrario. Hoy os traigo dos ejemplos de cómo las nuevas tecnologías pueden complicarnos el trabajo a los peritos calígrafos… o a lo mejor no tanto. En el University College London crearon hace unos años un software capaz de imitar la escritura humana. Los resultados mostraban cómo el programa es capaz de reproducir de manera perfecta la firma de una persona. Hace tan sólo unos meses, esta vez en Alemania, también se empezó a entrenar a un software con textos manuscritos escaneados para poder imitar la escritura de las personas. Su intención es que quien no pueda manejar un útil debido a lesiones o enfermedades tenga acceso a su escritura manuscrita. Aunque los creadores de estos programas aseguran que no se pretenden usar con fines delictivos, no se ha tardado en llegar a la conclusión de que, uniendo esos programas a una impresora 3D armada con un bolígrafo, podrían realizarse textos para suplantar la escritura manuscrita sin que haya indicios de haber sido creados por ordenadores y no por personas. Para los expertos en análisis documental, las nuevas tecnologías —especialmente cuando se hace un uso fraudulento de ellas— suponen todo un reto a la hora de analizar y cotejar muestras. Cierto es que si se emplea un esferógrafo u otro útil que no sea un tóner de impresora, no podremos llegar a identificar si una muestra ha sido creada mediante un programa de ordenador o no. Pero no está todo perdido: el defecto de estos programas estaría en su propia exactitud. Uno de los principios básicos de la Pericia Caligráfica es que si existen dos manuscritos idénticos, por ejemplo dos firmas, al menos uno de ellos es falso. Esto podéis comprobarlo vosotros mismos: si firmáis varias veces en un folio en blanco y de manera espontanea, veréis que ninguna de ellas es totalmente igual a las demás, ya que la escritura es dinámica. La clave está en que estos programas necesitan muestra gráfica ya realizada para conseguir imitar la escritura manuscrita. Por lo tanto, si entre los documentos indubitados con los que trabaje el experto se encuentra la matriz de la firma que ha utilizado el software para su reproducción, solamente hará falta superponer ambas sobre un negatoscopio, viendo que todos los trazos coinciden. Así, como si de un calco se tratara, sabremos que el documento dudoso objeto de estudio es falso.
Por Paula Mena Martínez 14 de junio de 2021
Creo que, aunque (todavía) es una de las aplicaciones de la Grafología menos utilizadas, también es una de las mejores, ya que la información que se necesita es justo la que se puede obtener en estos test: os hablo de la grafoselección y promoción de personal. Antes de nada, aclaro que la grafoselección es un proceso complementario a otras pruebas o mecanismos de selección, se lleva a cabo cuando estos ya están en fases avanzadas y, normalmente, está dirigido a puestos muy específicos. Imaginaos por un momento que ha comenzado un proceso de selección en una empresa por el que optáis a un puesto de trabajo. Cuando ya habéis pasado varias pruebas, la empresa decide, por último, hacer un test grafológico a los aspirantes seleccionados. Para ello, el grafólogo os proporciona papel y bolígrafo y propone un tema para que realicéis la muestra gráfica. Pregunta: ¿Escribiríais de forma espontánea? ¿O intentaríais ocultar algún rasgo gráfico? Si optáis por la segunda opción, debo deciros que vuestro inconsciente puede jugaros una mala pasada y, que hacia el final del escrito, aparezcan esos rasgos que estabais dispuestos a ocultar. El grafólogo se encontrará con un texto con diferencias entre unos renglones y otros y, por lo tanto, con signos de artificiosidad y falta de espontaneidad. Por otro lado, ¿qué cambiaríais de vuestra escritura manuscrita para que os contrataran? Teniendo en cuenta que no existen rasgos gráficos buenos y malos y que no se puede disfrazar la escritura durante mucho tiempo (o durante muchos movimientos gráficos)… parece que la mejor opción es dejar que la idiosincrasia escritural de cada uno aparezca en el texto y esperar a que las competencias encontradas por el profesional coincidan con los requisitos que pide la empresa. Así, la grafoselección de personal es una prueba en la que no sólo no se da la deseabilidad social, sino que además no resulta invasiva para el candidato —sólo es necesario que escriba— y tampoco es posible su aprendizaje para futuros test.
Por Paula Mena Martínez 26 de mayo de 2021
Cuando nos encontramos con un documento con un orden espacial llamativo puede que estemos delante de una alteración del propio soporte: si se añaden líneas, variará el tamaño del espacio entre esos renglones; si se realizan añadiduras a trazos previamente escritos, hablaremos de enmiendas que podrán apreciarse bajo luz infrarroja al advertirse diferencias entre tintas; y la luz ultravioleta nos permitirá detectar cambios de color o manchas en el soporte, indicando que este ha sufrido algún tipo de borrado o lavado. Hace unos meses me llegó una hoja que contenía un texto mecanografiado y una firma manuscrita. Hasta aquí todo normal. Sin embargo, el orden espacial de los elementos era un tanto atípico: el texto (un único párrafo) comenzaba hacia la mitad del folio y la firma aparecía alejada del texto, escorada a la derecha y cerca del borde. Con una estructura tan singular debemos dejar en un segundo plano la autenticidad o falsedad de la firma manuscrita y centrarnos primero en qué ha ocurrido para que presente ese orden, porque ¿dejaríais en blanco más de medio folio antes de comenzar a escribir? ¿Qué pensaríais si tuvierais que firmar un documento con esas características? Es posible que os lo pensarais dos veces antes de firmar. Entonces ¿por qué se dan estas situaciones? Aunque os parezca extraño, esta práctica es más frecuente de lo que parece y suele darse un factor común para que ocurra: la confianza del firmante. Una persona acostumbrada por ejemplo, por su profesión, a firmar muchos documentos ante personas de confianza hace posible que este plasme su firma —normalmente en la zona inferior derecha de la hoja— sin percatarse de que el folio está en blanco. Una vez obtenida la firma manuscrita, un tercero se encarga de añadir el texto, consiguiendo así vincular el documento al firmante. Los elementos añadidos a posteriori tendrán que ajustarse a los elementos ya existentes y a los propios límites del soporte, provocando grandes espacios en blanco, diferentes interlineados o demasiada distancia entre elementos. Cabe destacar que en estos casos la firma se obtiene de manera totalmente espontánea, por lo que no se encontrarán rasgos analizables grafológicamente que nos proporcionen pistas de lo ocurrido. Por eso es tan importante analizar el documento en su conjunto antes de comenzar un estudio pormenorizado de los rasgos gráficos.
Por Paula Mena Martínez 12 de abril de 2021
Reconozco que me fascina la relación tan estrecha que existe entre el cerebro y la escritura, ya que en cada movimiento gráfico interviene nuestro cuerpo, pero también lo hace nuestro cerebro. En esta segunda entrada he decidido contaros los pasos que damos hasta llegar a plasmar —o reflejar, por aquello de que nuestra escritura habla de nosotros mismos— las palabras manuscritas en el papel. Comenzamos por elegir un soporte sobre el que escribir, por lo que una de las primeras zonas en empezar a funcionar es el lóbulo occipital, donde se encuentra el sistema visual. La información que en un primer momento ha recogido la retina llega ahora hasta el lóbulo parietal. Aquí se produce la coordinación visual y motriz (y también el reconocimiento de las palabras). Ahora aparecen en escena dos zonas imprescindibles para el buen funcionamiento del lenguaje: la información llega al área de Wernicke —en el lóbulo temporal— y de ahí pasa al área de Broca — en el frontal—. En el lóbulo temporal se produce la identificación de los fonemas con las letras. Ha llegado ese momento en el que, antes o durante el proceso escritural, repasamos mentalmente las palabras o incluso las reproducimos en voz baja. Por su parte, el lóbulo frontal se encarga de la estructura y el razonamiento escritural y de la planificación sobre el papel. Aquí aparecen lo que los peritos calígrafos conocemos como reflejos gráficos condicionados (RGC): la manera que tiene cada persona de reaccionar a estímulos — en este caso materiales— tales como márgenes, cuadros, sellos o imágenes. Desde el lóbulo parietal se mandan impulsos nerviosos al lóbulo frontal que indican los movimientos que se deben realizar para poder escribir las palabras deseadas. Y, por último, se produce la reacción fisiológica: a través de los impulsos que llegan a la médula espinal, se ponen en funcionamiento los músculos del brazo y de la mano para, inconscientemente, dar respuesta a una pregunta: ¿cómo reaccionas ante un folio en blanco?
Por Paula Mena Martínez 12 de marzo de 2021
Quiero aprovechar esta primera entrada del blog para explicar brevemente qué es la Pericia Caligráfica y cómo trabajamos los que nos dedicamos a ella. Según el Diccionario de la Lengua Española, los peritos somos expertos o entendidos en algo. En el caso de los calígrafos ese “algo” es el análisis y comparación de manuscritos, además del estudio de las alteraciones que pueda presentar el propio soporte. Pero la definición que más me gusta de mi profesión es la que dan Francisco Viñals y M.ª Luz Puente en su manual de Pericia caligráfica judicial: los peritos calígrafos somos ‹‹grafólogos desconfiados››. Os explico por qué. Para poder realizar un informe caligráfico es necesario que el perito actuante tenga acceso a material indubitado —documentos que no presentan dudas sobre su naturaleza o autoría— para poder compararlo con el dubitado, el documento dudoso objeto de estudio. Además, aclaro que para que no se tome como indubitada una muestra gráfica de dudosa naturaleza existen criterios técnicos y legales que se deben cumplir para avalar su condición de documento indubitado. Después del análisis llega una de las partes más importantes del informe: la comparación. Como supondréis, de la información que se obtiene en la comparativa se extraen las conclusiones. Pero ¿diríais que si hay más similitudes que diferencias es porque ambas muestras han sido escritas por la misma persona? Y si, por el contrario, aparecen más divergencias que semejanzas ¿se debe a que no pertenecen al mismo autor? En realidad la comparativa no es tanto cuantitativa, sino cualitativa. Así que, por ejemplo, se pueden hallar más diferencias que similitudes y concluir que las muestras pertenecen a la misma persona. De hecho, pueden aparecer diferencias notables entre dubitado e indubitado, concluir que ambos pertenecen al mismo autor ¡y que no se haya producido ninguna acción fraudulenta!
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